En tiempos de ocupación, la FIC fue el semillero de una iniciativa de huerta comunitaria que comenzó a echar raíces este año. El proyecto ilusiona a quienes lo impulsan con establecer un espacio de encuentro entre habitantes de la Facultad y, por qué no, entre la Facultad y el territorio.

El sábado 3 de mayo el edificio de la Facultad de Información y Comunicación (FIC) fue sede de una de las jornadas del programa Huertizate, una iniciativa del Municipio B en conjunto con el programa de Educación Ambiental del Ministerio de Educación y Cultura.
El involucramiento de la Facultad en este proyecto, viene de la mano del surgimiento de la Huerta Intergremial FIC, una propuesta llevada adelante por estudiantes, docentes y funcionarios de la institución que ha tomado un fuerte impulso este año.
Por ejemplo, el miércoles 23 de abril en la planta baja de la FIC, integrantes de todos los colectivos participaron de una jornada abierta de armado de almácigos y esquejes, en el marco de la primera actividad oficial de la Huerta Intergremial FIC.
En esta instancia se realizaron las tareas iniciales del proceso de siembra de la huerta, que ya está instalada en el patio principal, junto al bicicletario.
Según comentaron desde la organización, la huerta cuenta con vegetales y plantas medicinales, y la selección responde a la estación del año, al asesoramiento que recibió el colectivo de la Huerta desde el Municipio B y a un intercambio de semillas que se dió en una actividad previa.
Los participantes realizaron el armado de almácigos y esquejes en huerteros diseñados por parte de integrantes de la Huerta, con apoyo de Decanato, como parte del proyecto de huerta comunitaria redactado y presentado a las autoridades en 2023 pero cuyos orígenes y objetivos vienen incluso de antes.
La semilla
En 2022 varios servicios de la Universidad de la República (Udelar) fueron ocupados por estudiantes, docentes y funcionarios, como medida de reclamo por un presupuesto digno. Si bien esta acción política intergremial no alcanzó para evitar que las autoridades del gobierno nacional aplicaran un recorte de fondos, dio lugar a instancias de cooperación e intercambio entre todos los órdenes universitarios.
“La ocupación permitió conversar de otras cosas sobre la universidad” comentó a la Unidad de Comunicación Luciana Almirón, docente de la FIC e integrante del colectivo responsable de la Huerta, y agregó que estas conversaciones en torno a “cómo habitamos la FIC y cómo nos gustaría que fuera” revelaron la existencia de la aspiración en común de “generar un espacio de encuentro”.
Además, relató Almirón, durante la ocupación surgió la preocupación compartida por la salud mental, en particular por “la ansiedad” y “distintas problemáticas” relativas al “contexto social, económico y ambiental que estamos viviendo como seres humanos”. En ese sentido, aseguró que el contacto con la naturaleza “permite lo concreto, el famoso ‘aquí y ahora’, estar presentes en esto que es la vida”, lo que convierte a la huerta en un espacio que “permite trabajar varias cosas, entre ellas la salud mental”.
Por otro lado, la iniciativa viene a impulsar un cambio con respecto al edificio de la FIC que todos los entrevistados para esta nota comparten como necesario: agregarle verde a una facultad con mucho cemento. Bruno Cayaffa, funcionario TAS e integrante del colectivo, señaló que “más allá de un par de árboles plantados adentro” la mayor parte del “aporte verde” en el edificio proviene de “gente que se ha motivado a traer sus plantas”, y la huerta “es un grano de arena más en esa línea”.
En ese sentido, la estudiante de la Licenciatura en Comunicación Emilia Álvarez, quien también forma parte del proyecto, concordó en que aunque desde Vigilancia se hace “un tremendo laburo” cuidando las plantas que hay, a la Facultad aún “le falta mucho” en cuanto a conexión con la naturaleza. Según explicó, la posibilidad de participar en un proceso de cultivo hace de la huerta un espacio que “invita muchísimo al encuentro entre las personas y con la naturaleza”, además de aportar “una infinidad de saberes”.
En esa línea, para Cayaffa la huerta funciona como “una buena excusa” para poder “generar más relaciones de las que hay hasta hoy” entre quienes habitan la Facultad, “trascender” las funciones que están estipuladas para cada uno de los órdenes y para “ver de qué otra cosa nos podemos encargar juntos”. Por eso, a su entender, el proyecto de la huerta tiene un “fuerte carácter social” y “el hecho de que sea intergremial es el valor más grande que tiene”.
Sobre este último aspecto, Álvarez señaló que “por más de que sea un proyecto intergremial” no es excluyente tener actividad gremial para participar, porque incluso quienes han mantenido el proyecto lo han hecho respondiendo a “intereses individuales y no necesariamente gremiales”. “Nos encantaría que este proyecto llegue a todas las personas”, concluyó.