El jueves 7 de marzo en el Aula Magna de la Facultad de Información y Comunicación (FIC) de la Universidad de la República (Udelar) se realizó la segunda conferencia del historiador británico Peter Burke.

Mesa con panelistas de la conferencia en le aula magna de FIC el 7 de marzo

Entre las precisiones que plantea en esta segunda conferencia, Peter Burke se refiere a los términos información y conocimiento. 

Diferencias entre conocimiento e información

Señaló que «en las últimas dos décadas las culturas del conocimiento se han convertido en objeto de investigación». En su opinión se necesita de «ambos conceptos, información y conocimiento, con la condición de distinguir entre ambos» . Por otro lado, señala que académicos norteamericanos prefieren el término información en lugar de conocimiento, y en cuanto a esto Burke entiende que «la Información es relativamente cruda, subrayando el relativamente». «El conocimiento en cambio, es información que podría calificarse de cocinada, por cocinada me refiero procesos intelectuales, como la verificación, la clasificación y el análisis», agregó.

Entiende que hoy en día la historia del conocimiento está en proceso de institucionalización, se han fundado centros de estudio de historia del conocimiento y nuevas revistas enfocadas en esta temática, en distintas partes del mundo. «El giro hacia la historia del conocimiento es especialmente visible entre los historiadores de la ciencia, una disciplina que surgió hace aproximadamente un siglo», apuntó. Afirmó que durante mucho tiempo los investigadores de la rama de historia del conocimiento prácticamente ignoraron la investigación de la naturaleza en otras culturas y en otras épocas que no fueran los científicos occidentales modernos, desde Copérnico y Galileo Galilei en adelante. 

Auge de la Historia del Conocimiento

Entiende que el auge de esta disciplina se debe en parte a los problemas actuales que se difunden en los medios y cómo estos inspiran «nuevas formas de mirar al pasado», ejemplos de esto son el creciente interés por la historia del medioambiente y por la historia del conocimiento. Entre algunas de sus afirmaciones establece que «la historia del conocimiento ha surgido en un momento de debate sobre la llamada sociedad del conocimiento o sociedad de la información, la pregunta obvia es en qué se diferencia la sociedad de la información sobre sus predecesores». Entiende que esta interrogante se basa en que más allá de sus diferencias, «toda sociedad es una sociedad de conocimiento, no podría funcionar sin muchos tipos diferentes de conocimientos». Considera que la novedad actual es el grán aumento del número y la variedad de trabajadores del conocimiento.

Opinó que la globalización también está cambiando a las sociedades en las que vivimos «y una vez más, ha animado a los historiadores a comenzar a pensar de forma más global en el caso del pasado y presente». Esta ampliación de los contenidos de la historia del conocimiento hacia temáticas vinculadas a territorios y poblaciones no europeas ha planteado un dilema a los investigadores, «por un lado se resisten a tachar de anticientíficos  los conocimientos indígenas sobre la naturaleza, entre ellos el tratamiento de enfermedades en base a plantas,  pero por otro lado son igualmente reacios a llamar ciencia a este tipo de conocimiento práctico, por esto mismo algunos historiadores de la ciencia se han definido  recientemente como historiadores del conocimiento».

Por esto entiende que a este enfoque globalizador le resta que se incorpore también una creciente concientización respecto al la importancia del imperialismo y la esclavitud en el pasado. Señaló que «en este contexto los historiadores son cada vez más conscientes de la importancia de los imperios en la historia del conocimiento, y a la inversa, de la importancia del conocimiento en la historia de los imperios». 

En relación a la historia del conocimiento y nuevos descubrimientos, hace un breve pasaje sobre experiencias que viven intelectuales, dedicados a varios estudios y áreas. A medida que aumenta su repertorio de conocimientos, se acumulan nuevas perspectivas para luego ser filtradas o complementadas. Se refiere específicamente a estas personas como “polímatas”, las cuales «llegan a su segunda o tercera disciplina con los ojos y hábitos de alguien que se ha formado en su primera disciplina» .

«Historia de la ignorancia»

En alusión a la historia de la ignorancia explica que, «si alguien desea echar un vistazo a un tema o problema a menudo le resulta esclarecedor darle vuelta o ponerlo al revés», como ejemplo citó a los investigadores que estuvieron durante algunos años estudiando la memoria, pero los historiadores descubrieron el valor para entenderla de mejor manera de estudiar también el proceso del olvido. Análogamente él mismo luego de escribir acerca de la historia del conocimiento, pensó que sería buena idea centrarse en la idea de la ausencia del mismo, es decir «la historia de la ignorancia». Recordó que la ignorancia fue estudiada primeramente por sociólogos y más tarde por politólogos y economistas. 

Este estudio tiene aparejado para los historiadores una complejidad mayor, «se supone que la investigación de los historiadores se basa en fuentes, pero ¿qué fuentes puede haber para la historia de algo que no existe?». Explicó que en el curso de su investigación encontró varias respuestas posibles para este desafío, una de ellas es la de realizar comparaciones entre el pasado y el presente y contrastar ambas épocas, «por ejemplo, cada descubrimiento científico nos habla de lo que no se sabía antes». En ese sentido, recuerda cuando en el transcurso de su investigación, se enteró de la obligatoriedad de la filosofía como disciplina en las instituciones educativas francesas y se dio cuenta de la falta de esta disciplina en planes de estudio ingleses.

Otras de las estrategias que Burke plantea para salvar el desafío de las fuentes en las que pueden basarse los historiadores de la ignorancia para estudiar algo que no existe, es «estudiar lo que la gente no quiere saber, incluso lo que niega». Como ejemplos nombró el calentamiento global, el holocausto y los efectos del tabaco en la salud. En su caso se enfocó en el estudio de la toma de decisiones en especial aquellas que conducen a desastres por la falta de conocimientos importantes, por ello se dedicó en el inicio al estudio de la historia militar. Uno de los ejemplos que utiliza acerca de los efectos de la ignorancia en la guerra es el de las invasiones en el marco del imperialismo a países como Afganistán, y cómo a lo largo de los siglos el desconocimiento, es decir la ignorancia en torno a las características de su gente, territorio y geografía, han afectado los resultados. 

Remarca que al igual que como sucedió con el COVID-19, en muchas otras epidemias de siglos anteriores el cólera, la fiebre amarilla y la peste, existía un desconocimiento respecto a su origen, «al principio de cada epidemia nadie sabía de dónde venía, cómo se propagaba y cómo resistirla, en todos los casos se creyó que eran resultado de conspiración de forasteros».

La última de las estrategias de los historiadores para abordar la ignorancia es estudiar  «cómo algunas personas intentan mantener a otras en la ignorancia sobre algo». En Gran Bretaña por ejemplo las mujeres acusaban a los hombre desde el siglo XVII de mantenerlas en la ignorancia al negarles el acceso a las escuelas, entretanto en el siglo XIX los obreros ingleses se quejaban de  que la clase media los mantenía en la ignorancia como excusa para negarles el voto.

Reflexiona también en torno al «encubrimiento»  como forma de ocultar al público información importante.  Un ejemplo de esto es que la relación entre el tabaquismo y el cáncer de pulmón  «ya había sido descubierta por los investigadores en los años 50 del siglo XX, sin embargo las empresas tabacaleras llevaron a cabo una larga campaña para que el público no se enterara del descubrimiento». Entiende que el encubrimiento atenta contra las democracias, o en contraposición, configura «una ventaja para los regímenes autoritarios, cuanto menos sabe la gente lo que está pasando menos probable será que critiquen a los gobernantes».

Para dar cierre a su segunda conferencia, Burke afirma que las noticias falsas o fake news pueden ser «propagadas por gobiernos, por empresas y por particulares, y que los medios de comunicación desempeñan un papel importante tanto en la transmisión como en la crítica de este tipo de noticia falsa». En cuanto a las creencias sobre el carácter reciente de las fake news, remarca que «los historiadores han demostrado que el proceso de difusión de noticias falsas es muy antiguo». Por último resalta que, «para combatir este fenómeno a largo plazo, hay que educar a los ciudadanos para que sean más críticos que antes con los mensajes que reciben».

Fuente: Portal de la Udelar