El documental Memorias jóvenes fue realizado en menos de cinco meses y se rodó en los departamentos de Montevideo, Treinta y Tres y Canelones. Como guía para la preproducción, se contó con el trabajo de la docente e investigadora de la FIC, Mariana Achugar, acerca de la influencia del discurso en la forma de recordar la dictadura. En mayo, Mes de la Memoria, conversamos con sus realizadoras, quienes son además egresadas de nuestra Facultad.

Fotografía del mural en Memorias Jóvenes

El 27 de abril se estrenó Memorias jóvenes, un documental sobre adolescentes en dictadura realizado por tres jóvenes egresadas de la Facultad de Información y Comunicación (FIC): Carolina Zubelso, Tatiana Magriks y Fiorella Martín. El cortometraje de 15 minutos relata las historias de dos adolescentes, Lucía Arzuaga y Liliana Pertuy, que fueron presas políticas siendo menores de edad. Además, cuenta con testimonios de los colectivos Memoria en Libertad y Jóvenes por la Memoria de Treinta y Tres.

“Nos acercamos a nuestras protagonistas ya conociendo su historia a partir de la investigación de Mariana Achugar. Algunas de nuestras premisas de trabajo fueron no revictimizarlas, es decir, no hacerlas repetir sus vivencias innecesariamente, y siempre mantenernos abiertas a lo que ellas necesitaran contar”, compartieron las realizadoras respecto a su trabajo. “Intentamos generar un ambiente de confianza, tranquilidad y control por parte de ellas sobre su historia. Los límites los ponen las protagonistas al decidir qué nos cuentan y qué mantienen en privado”, agregaron.

Las realizadoras destacaron la empatía generada con las protagonistas desde su lugar de mujeres jóvenes profesionales, ya que en la mayoría de los casos “el relato que sobrevive en la memoria colectiva es narrado por hombres adultos heterosexuales, sin la diversidad de actores sociales que fueron afectados en los sucesos, entre ellos quedó excluido el relato de nuestras protagonistas. El hecho de que seamos tres mujeres vehiculizando sus voces suscitó una mayor empatía y sororidad con las entrevistadas, nos posibilitó generar un vínculo estrecho y sensible con las protagonistas”.

Los roles en el rodaje fueron elegidos a partir de las fortalezas técnicas y la trayectoria durante la carrera de cada una de las realizadoras. De esta forma, Magriks fue la encargada de cámara y postproducción de color, Martín de la dirección y el montaje, y Zubelso de todos los roles relacionados al sonido. “Cuando grabamos, cada quien se concentra en su trabajo sabiendo que su tarea es esencial y que es responsable del resultado colectivo, confiando en que las demás también van a dar lo mejor. El buen relacionamiento que tenemos y la sinergia de trabajo que hemos logrado con el tiempo colabora en la calidad del producto final”, explicaron las licenciadas.

Magriks y Martín egresaron en 2018, mientras que Zubelso lo hizo en 2019. Las tres fueron colaboradoras honorarias de la Sección Académica Medios y Lenguajes Audiovisuales y actualmente Zubelso forma parte del equipo docente de esta misma sección.  Memorias jóvenes es su primera producción como egresadas.

 

La importancia de contar

Lucía Arzuaga tenía 15 años cuando fue detenida durante varias semanas, juzgada y procesada. Al momento de su liberación, le prohibieron la vuelta a la enseñanza pública. Durante la presentación del documental, Arzuaga contó que le costó reconocerse como víctima durante su adolescencia: “Yo me di cuenta hace unos años de que nunca hablaba del tema. Hice la denuncia penal en el año 1985, recién recuperada la democracia, y no nombré esta detención. En 2011 volví a denunciar y tampoco hablé de esta detención, a los pocos meses pedí ampliar mi declaración y esa vez conté lo que había sucedido cuando yo era menor de edad”.

“Podría decirse que cuando realmente tomé consciencia de lo que había pasado fue a partir de mi participación en el proyecto Sujetas Sujetadas en 2020, que también forma parte de esta Facultad, y un video que se elaboró al respecto. Cuando vi ese video, cuando lo vio mi familia, cuando lo vieron otras personas, recién ahí pensé en esa chiquilina y su familia que atravesaron esa situación, en mis amigos y sus familias, en nuestros compañeros de liceo, al que nunca más volvimos”, comentó Arzuaga.

Sobre el documental, dijo: “Es algo muy necesario. El testimonio visual siempre tiene otro impacto, se desmitifica acerca de cómo son las personas que vivieron estas circunstancias. Le llega a más gente y te acerca más que el testimonio escrito”.

“La verdad es un proceso asignado por contraste de voluntades. La voluntad de saber, la voluntad de ignorar, la voluntad de recordar y la voluntad de disimular. Para que la verdad pueda sanar heridas tiene que dar lugar a la justicia. Para ello tiene que ser reconocida por el Estado. El Estado debe asumir su responsabilidad en las violaciones de los derechos humanos, debe hacer conocer a toda la población lo que sucedió y plantear penas ejemplificantes a los responsables para intentar así que nunca más haya dictadura en nuestro país. Los traumatismos sociales requieren elaboraciones sociales y cuando la sociedad se hace cargo de los hechos, le devuelve dignidad a las víctimas. Yo creo que necesitamos elaborar una narrativa social de repudio y vergüenza hacia el horror para poder así imaginar futuros más democráticos y humanos, y con este tipo de actividades creo que estamos en ese camino”, concluyó Arzuaga.

Liliana Pertuy también tenía 15 años cuando fue detenida yendo a estudiar a la casa de una amiga, torturada y procesada por atentado a la Constitución en grado de conspiración. Estuvo privada de su libertad durante ocho meses junto a 37 adolescentes, que tenían entre 13 y 18 años. Una vez liberados, se les prohibió volver a la educación, tanto pública como privada, y se les quitó la patria potestad a sus padres.

“Para mí es muy importante que la Universidad de la República tome estos temas, que los conozcan los y las estudiantes, pero también sea caja de resonancia, de elaboración sustantiva sobre esto que nos sucedió a todos y a todas, a todo el país”, expresó durante la presentación del trabajo y agradeció a las realizadoras por hacer que el documental fuera un proyecto colectivo. “Creo en los procesos conjuntos, en los procesos colectivos, en cómo uno va incidiendo y de alguna manera recreando, reelaborando, repensando. Me dejaron reflexionando sobre mi propia historia y me parece que también es la historia de todos ustedes. En este país hubo menores presos, torturados y perseguidos en dictadura. Siempre hay discursos hegemónicos propios de las épocas, y acá había un relato de unos presos varones, que fueron la mayoría, pero también hubo presas, muchas. Así como también hubo militantes mujeres, muchas”, manifestó y destacó la importancia de la presencia de los jóvenes en la construcción de nuevas miradas.

 

El documental Memorias jóvenes junto a la presentación pública del 27 de abril de 2022 se encuentra disponible en el canal de YouTube VIVO-FIC: clic aquí.

 

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