Este libro se propone un análisis histórico de la radiotelefonía durante sus dos primeras décadas, principalmente en Montevideo, para conocer de qué modo un dispositivo marginal, pero cargado de expectativas, se transformó en uno de los ejes centrales de una «cultura en común» propia de los años treinta. 

Prendidos al dial

Prendidos al dial. La radio en Uruguay, de la periferia al centro de la cultura (1922 - 1940) de Mónica Maronna, docente e investigadora de la Facultad de Información y Comunicación (FIC), editado por Planeta, se presentará el jueves 18 de agosto, a las 19.00, en la Fundación Verde (Av. 18 de Julio 2017). En el evento participarán Milita Alfaro y Jaime Clara. 

Para conocer más sobre la publicación realizamos algunas preguntas a su autora. 

¿Qué significa este libro en lo personal y profesional, y cómo se vinculan estos aportes con tu trabajo en la Universidad?

Desde hace años trabajamos en Historia de los Medios de Comunicación, donde tenemos un grupo de investigación dentro de la FIC, que ha avanzado en varios temas y ha generado publicaciones varias. Es una alegría personal, pero lo es también para todo el equipo de “Historia de los medios y patrimonio sonoro”, porque seguimos trabajando y ya hay otros proyectos en marcha. La FIC tiene un alto potencial para desarrollar este tipo de trabajos que aportan al conocimiento, que entiendo también ayuda a los futuros profesionales para conocer el trayecto recorrido, sus rutinas de trabajo, las modalidades, entre tantos asuntos que emergen.

La historia de los medios en América Latina ha ido ganando espacio desde hace tiempo y ello ha enriquecido las perspectivas de los trayectos seguidos en la región. Con ello, pretendemos salir de las visiones que solo se miran en el espejo de los modelos que se instalaron, por ejemplo en Estados Unidos y en Europa, y mira poco las experiencias transitadas en nuestra región, donde hay novedades importantes y la radio uruguaya presenta rasgos interesantes y algunos que no son copia de ningún otro lado. Por ejemplo, existió una Radio Femenina desde comienzos de la década del treinta sin conocerse otros antecedentes en el mundo o una Radio Rural estatal con fines educativos para llegar a todo el país y como parte del programa de formación de la Dirección de Agronomía del Ministerio de Ganadería e Industrias. Ejemplos como estos, poco conocidos, son, sin embargo, relevantes para conocer el camino recorrido. 

La opción por estudiar la radio obedece a que es casi imposible pensar el siglo XX sin el protagonismo de la radio, en todos los ámbitos: informativo, político, entretenimiento, fútbol, música, radioteatro, carnaval y un sinfín de contenidos que podían encontrarse en el dial. Es un medio de comunicación que se instala en el centro del  hogar, el sonido a distancia alcanza un sitial primordial y genera nuevas rutinas domésticas. En muy poco tiempo, el dispositivo para comunicarse a distancia pasó a ser central de modo que nadie ni nada quedó fuera de la radio. El dispositivo técnico se transformó en un medio de comunicación con un enorme alcance. 

En pocos años, prender la radio para sintonizar la estación preferida se convirtió en una nueva rutina doméstica cada vez más extendida en los hogares uruguayos. En los años treinta se participaba activamente del espectáculo radial. Nada lo expresa mejor que el refrán popular: «¿Quién sos que la radio no te nombra?». Lo que generó el espectáculo radial permaneció como una marca indeleble en la memoria colectiva de quienes han estado prendidos a la radio.

 

Teniendo en cuenta la influencia de la radio en el Uruguay, ¿cuál podrías decir que es el aporte que realiza este libro para rescatar su historia y relevancia? 

Uruguay es un país que se ha caracterizado en términos comparativos por la cantidad de radios que existen en relación a su población. En noviembre de 1922, la prensa anunciaba la inauguración de la estación Paradizábal, cuya antena representaba el inicio de transmisiones regulares de radiodifusión. Con muy pocos meses de diferencia, comenzaba a transmitir también en forma regular y estable la Estación Sud América General Electric.

A esas dos primeras le siguieron muchas otras, hasta llegar a una cifra de nueve en 1928, 13 en 1931 y 23 en 1939, sólo en la capital del país. Para sus casi 655.000 habitantes, Montevideo presentaba una cantidad apreciable de estaciones radiodifusoras comerciales y una temprana radio estatal (1929). Muy pronto la radio se extendió por todo el territorio. Entre las primeras figuran las radios en Paysandú, Durazno y Salto. La cantidad de emisoras creció en todo el país, cada una ocupando un lugar muy destacado y una función particular que les imprimió un sello de identidad.

Es que el sonido tiene esa capacidad de hacer fluir sentimientos, apela a la imaginación y se conecta con la  interioridad, algo que es vital en la experiencia humana. Podemos dejar la radio prendida para oírla como fondo auditivo del espacio doméstico y escucharla cuando lo necesitamos. Pero no es una escucha aislada en solitario. Al contrario, formar parte de una experiencia colectiva, se convierte en tema recurrente de conversaciones cotidianas; se habla y se comenta en público todo lo que se escuchó en privado. El sonido une y hace partícipe de una experiencia más amplia que conecta de manera invisible con los otros y con el mundo. «La radio acompaña» es tal vez una de las expresiones más comunes desde hace un siglo. Por primera vez en la historia, la voz humana entra en el hogar a través de un dispositivo y permanece allí tanto como se quiera. 

Seducido desde los inicios (incluso cuando el aparato sólo devolvía ruidos poco atractivos), se conformó un público cada vez más amplio que le fue dando sentido y forma al dispositivo técnico. La radiodifusión no nace masiva, se hace masiva como resultado de un proceso y ese proceso es el que se indaga, porque es interesante para comprender el sentido y su alcance en la cultura.. Un ejemplo muy bueno lo constituye la radio estatal, el SODRE, que se apoya en la experiencia previa en cuanto al concepto de cultura y el rol del Estado en ese proceso, en la experiencia del Teatro Colón de Buenos Aires, pero que además le agrega otros componentes. No es un modelo copiado del exterior. Pensemos que el primer campeonato mundial de fútbol fue transmitido por la radio estatal, es decir, por la misma onda en la que se preparaba una cuidadosa selección musical de acuerdo al canon de lo que se consideraba la “música clásica”. 

 

 

“Podemos dejar la radio prendida para oírla como fondo auditivo del espacio doméstico y escucharla cuando lo necesitamos”.  

 

¿Cuáles son los aspectos más relevantes de la primera y segunda década donde se da el período de crecimiento que llevó a la radio de la periferia al centro de la cultura? 

Los medios de comunicación son dispositivos que tienen una dimensión técnica capaz de habilitar  la comunicación  pero sobre todo,  suponen prácticas que han crecido alrededor de esos dispositivos.  

En primer lugar, resultó  interesante analizar que Uruguay logra captar innovación tecnológica con gran rapidez. Existe una cultura con gran apertura a lo nuevo, desde tiempo atrás se leía, se estudiaba se pensaba sobre el tema. La Universidad de la República hacía tiempo incluía en sus programas de física los alcances de la comunicación a distancia sin hilos. Técnicos, electricistas, muchos de ellos formados en las empresas estatales aportaron su saber junto a amateurs que fueron aprendiendo en el mismo proceso. El Ministerio de Guerra albergaba en su interior la Telegrafía Sin Hilos, de modo que desde allí hubo un saber muy importante. Otro tanto sucedía con los radioaficionados que instalaban sus equipos para comunicarse punto a punto con otros similares. O sea, el conocimiento y la experiencia jugaron un  papel  muy importante y ayuda a entender esa rápida inserción del medio. Todo ese período previo hablar de la capacidad de Uruguay para apropiarse de tecnología, el camino recorrido previamente ayuda a entender esa rápida inserción. 

Una vez instaladas las antenas: ¿Qué transmitir? ¿Quiénes? ¿Qué hacer con el dispositivo? Lo que hoy nos parece natural y obvio, fue el resultado de un proceso  trabajoso. A modo de ejemplo, no es lo mismo el teatro por radio que el radioteatro, es decir trasmitir a los actores desde el escenario que crear obras para radio. O el fútbol: ¿Cómo transmitirle a alguien que está lejos lo que ocurre dentro de la cancha? 

Resulta muy importante recrear de qué modo se fueron creando los géneros y formatos, cómo fueron buscando su estilo a partir de lo que se conocía. Nos interesó conocer cómo se formó el campo profesional, es decir, quiénes trabajaron en la radio. Nos interesó especialmente conocer a los oyentes a quien conocemos de manera indirecta, a través de cómo se comunicaban, porque la capacidad convocante de la radio fue extraordinaria. La radio se prolongaba en el espacio público, ocupaba las calles, las plazas, los teatros y hasta colmaron el estadio Centenario, pero sobre todo tenía un enclave barrial muy importante. Es decir, esa radio creaba espectáculos presenciales y mucha interacción desde cartas, pedidos de canciones, llamadas telefónicas y hasta quejas. La radio generó cercanía, se vinculó con lo inmediato y dio visibilidad a todas las expresiones culturales. 

Si bien en la actualidad existen nuevas maneras de comunicación sonora, ¿cuáles son las características de la escucha que aún siguen vigentes y que ya se encontraban en los inicios de la radio? 

En Uruguay, técnicos, entusiastas y aficionados demostraron gran capacidad para apropiarse de esta tecnología, instalar las plantas emisoras, sostener su funcionamiento y empujar su crecimiento. Por eso, la originalidad de la radio uruguaya estuvo, sobre todo, en las posibilidades que ofreció para dar cabida y hacer visibles todas las expresiones culturales de cada época. Es que los medios de comunicación son productos culturales y a la vez producen cultura. 

Aquella radio de madera encendida todo el día y, si era posible, con un volumen muy alto, ya no existe más. Tampoco aquella escucha colectiva en el hogar de las voces que emergen del único aparato instalado en el salón principal. Cambian las tecnologías pero no la función de la escucha. Hoy ya no hablamos de radio, sino de muchas y nuevas formas de vincularnos con el mundo sonoro. La escucha a demanda, el pódcast y todas las posibilidades que se abren en el mundo digital constituyen una de las transformaciones más significativas de este siglo.

Es imposible comprender el siglo XX sin la radio. Sería como concebir el presente sin pantallas ni redes sociales. De la vieja radio a galena al universo sonoro actual la distancia tecnológica es enorme. Sin embargo, la fascinante y poderosa atracción del sonido sigue cumpliendo su vieja función: cautiva, integra, interioriza la palabra, despliega imaginación, suscita y provoca sentimientos que nos acompañan y conectan con una comunidad de oyentes. A galena o en pantalla, seguimos prendidos al mundo sonoro.


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