El profesor titular Gabriel Kaplún, investigador de la Facultad de Información y Comunicación (FIC) de la Universidad de la República (Udelar), asumió el 12 de noviembre como presidente de la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC). Conversamos con él acerca de lo que implica llevar adelante esta tarea y del estado de situación de la investigación en comunicación en la región y en nuestro país.

foto de Gabriel Kaplún

Las elecciones de ALAIC, finalizadas el 10 de setiembre, definieron un nuevo Consejo Directivo para el período 2020-2022, el cual asumió durante la última Asamblea General de la Asociación días atrás y quedó conformado por el presidente Gabriel Kaplún (Uruguay), el vicepresidente Fernando Oliveira Paulino (Brasil), el director científico Tanius Karam (México), la directora de Relaciones Internacionales Daniela Monje (Argentina), la directora de Comunicación Sandra Osses (Colombia) y la directora administrativa Hilda Saladrigas (Cuba).

Kaplún ya participó del Consejo Directivo como director científico entre 2014 y 2018 y como vicepresidente en el período pasado. En la siguiente entrevista explica el alcance de este nuevo desafío y analiza el contexto de la investigación en comunicación en Latinoamérica.

 

¿Cuáles son los principales desafíos que se aproximan en nuestro continente para la investigación en comunicación?

Estamos en un contexto de hiperinformación global, de luchas democráticas con democracias restringidas y vigiladas, pero con una fuerte emergencia. Es un tiempo de esfuerzos por abrir los diálogos en nuestras sociedades, que nuevas voces tengan lugar, que sectores históricamente excluidos tengan ese lugar. Al mismo tiempo nos enfrentamos a los riesgos de destrucción ambiental que crecen en el mundo y también en la región.

Junto a esto, en el campo comunicacional tenemos específicamente una presencia creciente de los problemas derivados y las realidades nuevas del universo digital, del universo de internet, donde se renuevan los oligopolios antiguos con nuevas articulaciones y nuevos actores. En ese sentido, las preocupaciones que vienen desde los años ‘70 y ‘80 para democratizar la comunicación, siguen teniendo plena vigencia y, al mismo tiempo, encuentran una realidad muy similar y muy diferente. Internet no fue el gran democratizador que se esperaba, pero sí tiene una cantidad de oportunidades y claves para que nuevas voces, en ese plano, se sumen a las transformaciones políticas y culturales. Estos movimientos son muy fuertes y presentan, por momentos, polos muy opuestos, como la reemergencia de proyectos conservadores, algunos de ellos con una fuerte carga de religiosidad conservadora. Junto con actores que reemergen después de siglos de silencio. Esos me parece que son algunos de los aspectos que tenemos que encarar desde la investigación en nuestro campo específico.

 

¿Cuál es el estado de situación de la investigación en comunicación en Uruguay, en relación al resto de Latinoamérica?

La investigación en Uruguay, en ese contexto, ha ido haciéndose un lugar en la última década, y nuestra Facultad ha tenido un rol protagónico en ese sentido, por suerte. Ha sido modesto pero importante, por ejemplo, desde la creación del Programa de Desarrollo Académico de la Información y la Comunicación (Prodic) que hace que hoy no tengamos solamente algunos investigadores aislados, sino un trabajo sistemático con grupos de investigación. Y si bien nuestro volumen es pequeño en el contexto latinoamericano con países que tienen más tradición y desarrollo, empieza a ser interesante y escuchado. Y sobre todo tengo hoy la convicción de que es un esfuerzo que ya no se detiene, que ya no es una voz aislada, sino que hay una continuidad promisoria.

 

En la propuesta de trabajo del nuevo Consejo hablan de la necesidad de darle un nuevo impulso a la investigación latinoamericana en comunicación y de explorar nuevos caminos junto a toda la comunidad académica que ALAIC nuclea y convoca: ¿Cómo se puede lograr?

En este contexto hemos pensado algunas cosas que ALAIC puede y debe plantearse hoy. Por un lado, cómo mantener una vida más activa independientemente de los congresos, algo que siempre ha querido y le ha costado a la Asociación, y que empezamos a recorrer, sobre todo, hace unos siete u ocho años, cuando creamos la Escuela de Verano, la cual le empezó a dar una vida distinta. Además, esto apunta a otra de las prioridades que tenemos para este tiempo: los jóvenes. Queremos apuntar muy fuertemente al trabajo con los investigadores jóvenes a través de varias líneas, por ejemplo, con pasantías e intercambios, un premio a tesis de maestría y doctorados, entre otras ideas.

La segunda prioridad es apostar a un trabajo que mantenga la mirada crítica, que establezca o restablezca ese puente imprescindible entre la generación de conocimientos y los problemas muy concretos que las sociedades latinoamericanas tienen, buscando una mayor incidencia social en la formación que hacemos en las universidades y una mayor incidencia política. Desde la producción de conocimiento raras veces tenemos una incidencia directa, porque suele ser indirecta a través de otros, pero hay que mantener ese puente y no pensarlo solo en términos de un puente al final una vez que generamos conocimiento, sino también al principio, construyendo nuestras agendas de investigación a partir de necesidades sociales muy concretas.

 

La propuesta electoral abarcaba 15 puntos: ¿Cuáles son los otros objetivos principales que se han fijado para 2020-2022?

Otra de las prioridades tiene que ver con un funcionamiento orgánico más regular y estable. En este sentido, paradójicamente, la pandemia nos enseñó caminos nuevos y que más allá de que todos esperamos volver a encontrarnos físicamente, yo creo que vamos a poder tomar de este momento cosas que vamos a mantener. Apostamos a un diálogo más continuo y más colectivo, que no sea solo del Consejo Directivo (un pequeño grupo de seis personas que mantiene la vida de ALAIC), sino que haya espacios más frecuentes de encuentros, a veces para discutir cosas específicas sobre el funcionamiento de la Asociación, y otras para discutir juntos los temas de la investigación y de la comunicación en particular.

Para eso, además, queremos impulsar algunas cuestiones clave como la revisión de los grupos temáticos que tiene una agenda bien valiosa, pero que ya tiene unos cuantos años y que hay que revisar. Hay grupos que quizás desaparezcan o se fusionen y también aparecerán grupos nuevos. Y la creación de algo que siempre estuvo previsto pero que no pudimos impulsar hasta ahora: los capítulos regionales. En el caso de nuestra región, estamos pensando en los cuatro países fundacionales del Mercosur más Chile. Queremos además dar un impulso fuerte a las publicaciones tradicionales de ALAIC con articulación entre ellas. Tenemos una revista y un journal en inglés que queremos potenciar y articular.

 

¿Qué implica ocupar la presidencia de ALAIC?

Asumir la presidencia de ALAIC en este momento, es recibir una herencia de gente enorme (y uno se siente un poco chiquito) y mantenerla haciéndola crecer, pensándola en el momento actual. Creo que quizás el hecho de que tantos compañeros hayan depositado esa confianza en este equipo, y en mí en particular, tiene que ver con una mirada que dialoga con lo que decía antes: el esfuerzo para que la producción del conocimiento en comunicación no se encapsule en el ámbito académico, sino que dialogue desde el principio y siempre con la vida, el latir y los problemas de nuestras sociedades. Ese esfuerzo ha sido siempre una dirección en la que he querido caminar y los compañeros con los que compartimos este Consejo Directivo también lo sienten así. Este equipo tiene un desafío muy difícil en medio de la pandemia y de las consecuencias largas que esa pandemia va a tener en el terreno comunicacional, sanitario, social y económico, porque la crisis que empezó ahora va continuar por un tiempo largo, y sabemos que va a ser muy difícil lo que nos espera en este sentido, pero también sabemos que podemos afrontar esas consecuencias mucho mejor junto con otros compañeros.

 

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